Caos en la red: alfabetización digital

Cuando leímos el primer libro sobre el 2.0, Planeta Web 2.0, de Cristobal Cobo y Hugo Pardo Kuklinski, desde nuestra óptica de desarrolladores web nos daba la sensación que las herramientas sociales simplificaban la comunicación haciéndola más «colectiva». También gráficamente, las cosas iban derivándose hacia una economía y sencillez gráfica un tanto estereotipadas, sin manierismo ni decoración supérflua y privadas de una estética singular u original. Era el 2007, y cinco años después de este estudio, basado en uno anterior de O’Reilly, podemos afirmar que todos los «vaticinios» se han cumplido.

La World Wide Web como plataforma de intercomunicación, decía entonces que aprovechaba la inteligencia colectiva, la gestión de la base de datos como competencia básica, los Modelos de programación ligera, la Búsqueda de la simplicidad, el software no limitado a un solo dispositivo, y las experiencias enriquecedoras del usuario.

Desde sus orígenes Internet propició la conectividad, ahora es en un entorno de software social cuando ésta resulta especialmente significativa, tanto más si pensamos que las aplicaciones Web 2.0 son como una estructura a tres vértices: tecnología, comunidad y negocio.

Pero tan pronto como creas que dominas una red, surge otra, exigiendo tu parte de tiempo, la cesión de tu información y tu atención. Paticipar en las nuevas tecnologías, nos guste o no, saber cómo usar las herramientas en línea sin ser sobrecargado por demasiada información es un ingrediente esencial para no ahogarse ante tanta obsolescencia planificada de las redes,las aplicaciones, y los memes

Rheingold destaca, en su libro Net Smart, cinco alfabetizaciones digitales o habilidades fundamentales en línea que te ayudarán a mantenerte a flote: la atención, la participación, la colaboración, el consumo crítico de la información (o «detección de mierda»), y la inteligencia de la red. Explica cómo podemos centrar nuestra atención en la pequeña porción relevante del tsunami entrante de la información. Si combinamos nuestros esfuerzos individuales sabiamente, podríamos producir una sociedad más reflexiva: incontables pequeñas acciones como la publicación de una página Web o compartir un enlace podrían ascender a un bien público que enriquézca a todos.

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